TE ESCRIBO TAN LARGO, PORQUE NO HE TENIDO TIEMPO PARA ESCRIBIR MÁS CORTO
Frente a la transformación y reforma de la Legislación Penal, Civil, Mercantil, Familiar y posteriormente la Legislación Laboral con relación a la tramitación de Juicios Orales, se han expuesto diversos argumentos que sustentan criterios tendientes al método mas correcto para aplicar la oratoria en las Audiencias que respectivamente correspondan a la materia.
Es así que, me permito transmitirte la cita de Ossorio y Gallardo, que expone las cualidades de la oratoria forense, precisamente, para abundar sobre el tema, primeramente, mencionó que los elementos si los comparto, mas no algunos argumentos, cada Abogado forma su propia identidad y cada uno su propio criterio, por lo que dejo la siguiente información para que también tu formes el tuyo:

A) La Brevedad: "Sé breve - aconsejaba un magistrado viejo a un abogado joven- que la brevedad es el manjar predilecto de los jueces. Si hablas poco, te darán la razón, aunque no la tengas ... y a veces, aunque la tengas".
Toda oratoria debe contar con esta excelsa cualidad, pero más singularmente la de estrados. El magistrado lleva consagrada toda su vida a oír; no es joven; no tiene grandes ilusiones; está mal pagado; tiene secas las fuentes de la curiosidad; ha oído centenares de veces historias análogas y divagaciones idénticas. ¿Vamos a exigirle que se juzgue feliz atendiendo cada día a dos de nosotros, si le hablamos a razón de dos o tres horas cada cual?
El Arte del orador estriba no poco en condensar, achicar y extractar antecedentes y argumentos, escatimando las palabras y vivificando la oración a expensas de sus dimensiones. Recuérdese la diferencia de cubicación entre una viña y el vino que se obtiene de ella. Proporción semejante ha de haber entre el contenido de un pleito y su defensa oral.
B) La Diafanidad. En elogio de un abogado, decía un magistrado amigo mío: "Habla claramente, para que te entienda el portero de estrados; y si lo consigue, malo ha de ser que no le entienda también alguno de los señores de la Sala". Aparte la hiperbólica causticidad del concepto, así hay que proceder.
Nuestra narración ha de ser tan clara que pueda asimilársela el hombre más desprevenido y tosco; no porque los Jueces lo sean, sino porque están fatigados de oír enrevesadas historias.
C) La referencia por los hechos. Alguna vez oí yo tachar (...) en tono despectivo: "Es el abogado del hecho". ¡Y yo que en eso encontraba su mayor mérito! Para cada vez que se ofrece un problema de estricto Derecho, de mera interpretación legal, cien mil se dan casos de realidad viva, de pasión o de conveniencia. Y eso es lo que hay que poner de relieve. La solución jurídica viene sola y con parquedad de diálogo.
D) La cortesía desenfadada o el desenfado cortés. Es cobarde deserción del deber el abstenerse de descubrir un vicio y de atacarle, ocultando así extremos precisos de la propia defensa, por rendirse a contemplaciones de respeto, de amistad o de delicadeza semejante. Al ponerse la toga, para el letrado se acaba todo lo que no sea el servicio de la defensa.
E) La policía del léxico. Entre nuestra deficientísima cultura literaria (...), los abogados hemos avillanado el vocabulario y hemos degradado nuestra condición mental. Bueno será olvidar que somos una aristocracia y que, en todas las ocasiones, es la abogacía un magisterio social. Aquella compenetración que, en beneficio de la claridad, he defendido para que al abogado le entienda un patán, no ha de lograrse deprimiendo el nivel de aquel, sino elevando el de éste.
F) La Amenidad. En todo género oratorio hay que producirse con sencillez, huyendo de lirismos altisonantes y de erudiciones empalagosas.
La propuesta de Ossorio y Gallardo se refiere a que Oralidad debe ser en pro del juicio, pues está se creó con la finalidad de volverlo práctico y rápido a diferencia del procedimiento escrito.
Por último, quiero agregar una cita del mismo autor que menciona:
Somos los que menos hablamos, justamente porque la experiencia nos adiestra en la contracción, mientras los demás se recrean en la expansión.
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-EDUARDO JAVIER LEYVA